Filosofía y Ciencia

¿Son extremos opuestos los argumentos filosóficos y científicos?

La ciencia, a fin de cuentas, termina abordando cuestiones de interés filosófico. Cuestiones que ella misma no puede responder, nos suelen interesar los porqués y la ciencia solo puede responder a los cómos, pero cuyas respuestas tienen que ser coherentes con la ciencia, acotando de este modo las respuestas filosóficas válidas. Por ello, un filósofo contemporáneo digno de ese nombre debe estar formado (incluso muy formado) en ciencia, ya sea física, biología o neurociencia como especialidades, y siempre en química como herramienta básica para comprender el mundo. Es irrelevante lo que un filósofo con papeles hable de metafísica, de epistemología , de ética, de estética o de la mente citando lo que otros pensaron sentados en un sillón hace tres siglos, si no entiende lo que la ciencia dice de cosmología o evolución o neurotransmisores o etología.

El párrafo anterior viene a cuenta de este texto de Francisco R. Villatoro, Sobre la estabilidad de nuestro universo. ¿Cuál es su trascendencia filosófica? Veamos un ejemplo extremo, sacado de la teología (la teología no es más que razonamiento filosófico con axiomas; uso la cristiana, pero en general el argumento es monoteísta): si el universo está en un estado metaestable eso sería un indicio experimental de que el universo se mantiene en existencia gracias a la intervención continua de Dios y, como ya sabemos que continuamente aparecen pares de partículas de la nada, eso viene a confirmar el concepto teológico de creatio continua que ya expuso entre otros Tomás de Aquino, lo que lleva a la idea de creatio ex nihilo a la posición de cuento para niños (una parábola para que viendo no vean y entendiendo no entiendan). Estas ideas teológicas no son nada heterodoxas, al contrario, se encuadran dentro de lo que se conoce como neo-ortodoxia. Este cronista está convencido de que en el fondo encierran una falacia, pero la crítica fundamentada no es tan trivial como pudiese parecer.

Mirando por el otro extremo del microscopio, es decir, desde el punto de vista de filosofía de la ciencia, también tiene su interés esto de Francis, El modelo estándar en el LHC Run 2 observado por CMS. La potencia de un instrumento reduce el tiempo necesario de experimentación de 50 años a unos meses. Cabe preguntarse, ¿hasta qué punto nuestro conocimiento del universo está limitado por la potencia de nuestros instrumentos? y ¿qué nos dice eso sobre la contingencia de nuestras ideas? o ¿es acaso nuestro conocimiento posible crece de forma asintótica y estamos ya en un punto donde el nuevo conocimiento fundamental es solo un incremento infinitesimal comparado con los grandes avances del pasado? y, si no lo es, ¿podrán nuestras teorías ser completemente superadas en, digamos, cien años?

Por la parte ética hay prácticas científicas abiertas al debate filosófico informado, como la Experimentación animal. Incluso es innegable la influencia en el desarrollo de la ciencia de las consideraciones estéticas, por ejemplo Goethe, pensar la ciencia con el espíritu del arte, de Laura Morrón. Y la sombra de Platón nos acecha en forma de irrazonable efectividad de las matemáticas en Fermiones de Weyl experimentales: como el grafeno, pero en 3D.

Este cronista comprende que las grandes cuestiones filosóficas no tienen por qué interesarle al común de los mortales de forma continua. Hay preguntas que suelen ser más atractivas, preguntas eso sí con el sentido de las palabras cambiado, ya hemos apuntado que los “por qués” en ciencia son realmente “cómos”: ¿Por qué se lleva mejor la cerveza con espuma? de Joaquín Sevilla y Javier Armentia o ¿Por qué la endotermia? De Juan Ignacio Pérez Iglesias. O, si eres muy práctico, Cronología porcina, de Marta Macho.

Articulo copiado de: http://naukas.com/2015/07/26/hitos-en-la-red-78/

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